lunes, 4 de abril de 2011

Un cuento para mis hijos…

Un cuento para mis hijos…
Homenaje a María Elena Walsh

Mi vida entre mis dos brazos
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marchó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.

            Buenos días, buenos días, buenos días tengan todos, los más pequeños y los más grandes, los niños y las niñas, y si algún otro también quiere acompañarnos lo esperamos. Culo al suelo, orejas limpias y todos los sentidos puestos en el cuento que les voy a contar.
            Hoy, les voy a contar un cuento que realmente es una canción. Una canción que yo cantaba de pequeñita, cuando era como ustedes. Si, aunque no se lo puedan creer yo también fui chiquita, iba a una escuela como esta pero en otra ciudad. Yo nací en San Martín, en Argentina. Y mi mamá me enseñó esta canción que hoy yo les voy a contar en forma de cuento… ¿Estamos listos? ¿Sí? Venga, ¡vamos allá!
            Había una vez una tortuga que se llamaba Manuelita. ¿Lindo nombre, no? ¿Saben ustedes como son las tortugas? Tienen un caparazón muy duro, como una casita que llevan a cuesta, cuatro patitas cortitas, un cuello un poco arrugado y una cara especial. ¿Alguien tiene una tortuga, o las vio en el zoo? Manuelita, nuestra tortuga, vivía en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, en Argentina, que se llama Pehuajó. ¿Hay alguien que sepa dónde está Argentina? Algunos dicen que los argentinos estamos cabeza abajo y por eso se nos escapan las ideas…pero no hagan caso, a mi no se me voló ni una. Argentina está del otro lado del mar, es un país muy grande y con gente preciosa. A lo que íbamos,  que Manuelita, la tortuga, vivía en Pehuajó y un día, sin decir nada a nadie, ni a sus amigas, ni a sus vecinas se marchó.
            Todos en Pehuajó se preguntaban: ¿Pero dónde está Manuelita? ¿Dónde se fue? ¿Qué le pasó? Y saben a dónde se fue Manuelita, a París, un poquito caminando y otro poquitito a pie… ¿Qué conocen de París?
            Vengan, cerquita, que les voy a contar un secreto. Yo sé porque se marchó Manuelita. Resulta que un día estaba paseando por el parque del pueblo y vio un tortugo, todo guapo, súper lindo, muy apuesto y bien vestido. Y pensó, yo soy muy vieja, estoy toda arrugada, este tortugo nunca se enamorará de mí. Me voy a Europa a que me pongan joven y guapa. Pobre Manuelita, en un momento perdió el mundo de vista…
            Después de un largo viaje, muy largo, saben, son un montón de kilómetros y de días caminando, muchos muchísimos, llegó a París. Oh la là, la torre Eiffel, los campos elíseos, el arco del triunfo, el río Sena. En esta ciudad encontró un lugar donde la dejarían como nueva: primero la pintaron con barniz, una capa, otra capa, que se seque, y otra más. Segundo paso: la plancharon en francés, ¿hay alguien que sepa planchar en francés? ¿Si, no? Bueno, les cuento, la plancharon del derecho y del revés. Para un lado y para el otro, le dieron la vuelta y otra vez. ¡Cómo está cambiando Manuelita! Después le pusieron una peluquita rubia, divina, de pelo largo, largo. ¿Saben lo que una peluca no? Tener en la cabeza pelo prestado. Y por último, le pusieron en los pies unos botines de súper última moda, altísimos, con los dedos fuera pero incómodos, si supieran ustedes cómo le dolían los pies a la pobre Manuelita. Pero una de las dependientas de la tienda de zapatos le dijo: guapa, para presumir hay que sufrir. ¿Qué les parece? Imagínense el susto que se llevó Manuelita cuando se vio al espejo, ya no se conocía, pero pensaba que el tortugo al verla tan a la moda, tan joven, tan estirada se enamoraría de ella en el acto. Manuelita estaba como atontada entre tanto spray y tanto zapato de moda.
            Era hora de volver para Pehuajó. Manuelita empezó a deshacer todo el camino hecho. Largo, tedioso, con frío, calor, viento, lluvia, tierra y miles de millones de pasitos que tuvo que dar. ¿Se imaginan qué pasó? Manuelita llegó a Pehuajó tan arrugada como se marchó, con la peluca deshecha, y su castaño natural le lucía mucho mejor a la cara, los súper botines los tuvo que cambiar por unas bambas cómodas como las que usaba cada día, en resumidas cuentas, que volvió vieja como se marchó. Pero, ¿saben una cosa? El tortugo la estaba esperando en la entrada del pueblo, con un ramo de flores silvestres y un beso de bienvenida. Manuelita, el tortugo te quiere con todas tus arrugas, con tus bambas, tu pelo castaño natural, porque esa eres realmente tu, realmente vos.

            Y colorín colorado, este cuento se ha terminado…

PS: No querramos ser otra y que nos amen por lo que somos, y amemos al otro por lo que es. Sin más, sin fronteras. Cuento para mis hijos, para que lo contemos, para que lo cuentes, si tenés ganas…
Este cuento forma parte del cuenta cuento del cole de mis hijos…

Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.

En la tintorería de Paris
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.

Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó
vieja como se marchó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó.
María Elena Walsh


3 comentarios:

  1. Quina delícia de conte! Quin plaer desbancar princeses bledes salvades per prínceps sobreactuats i sobrehormonats. Quina sort la de la meva petita, que podrà conèixer els teus contes i la teva llengua a través de les teves abraçades. Gràcies per tot i per endavant.

    ResponderEliminar
  2. Aprofitarem l'avinentessa de la mona per explicar als nens aquest conte. Moro per tenir la meva fillola en braços i poder explicar-li que nosaltres som les veritables triomfadores, com Manuelita... úniques!

    ResponderEliminar
  3. Hola, soy Javi (compañero del curso de corrección de estilo y tipografía en el Ateneu). Perdona por irrumpir en este rincón literario con un mensaje tan prosaico. Lo cierto es que no tengo ningún email ni teléfono de ningún compañero así que, pensando la forma de establecer una comunicación, recordé que un día nos diste el nombre de tu blog. Busqué en los apuntes y ¡eureka! apareció. El caso es que el lunes anterior estaba de viaje, así que no pude conocer a Lagos y hoy me he encontrado con que no había clase. ¿Se habló de algún cambio en horarios o alguna otra cosa relevante? Acabo de preguntar en secretaría y me han dicho que la próxima clase (teniendo en cuenta que el 25 también es festivo) es el día ¿2 de mayo?
    Muchas gracias (puedes borrar este comentario una vez leído, porque la verdad es que aquí no pinta nada. Mi email es ogmio@hotmail.com).
    Pd: enhorabuena por el blog es muy recomendable.

    ResponderEliminar