sábado, 17 de septiembre de 2011

De sueños, equipo, Xin y pingüinos

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De sueños, equipo, Xin y pingüinos




            Hoy es uno de esos días que en el calendario de mi vida quedará siempre registrado. No sólo por el momento de la conformación de nuestra cooperativa, sino también  el del inicio de un sueño…laboral y vocacional. Volver a escribir, editar, soñar, construir. Y de eso estamos hablando, estamos construyendo un mundo.
Y de ese mundo quiero escribir hoy. O de cómo empezó… Hace tres meses o cuatro, no importa el tiempo, mi chico me comentó que una colega buscaba escritores/as de cuento infantil. Hacía tiempo que no escribía, pero Calíope y Erato nunca han dejado sola a Clío en esta difícil labor de acompañar a mis fantasmas. Musas y fantasmas siempre se han llevado bien. Pero a lo que íbamos, que la idea de volver a escribir para niños me ilusionó y así conocí a Sara. Pero, la muy valiente, se animó a ofrecerme que les ayudara en la parte editorial. Y ya sabemos cómo soy: “las cosas se hacen bien, o no se hacen”. Que la implicación y la ilusión por el proyecto se dispararon. Ignacio también creyó que podría hacerlo bien. Si algún día, alguno de ustedes se cruza por la calle con ellos, saberlo, son majísimos, pero creo que no “hi toquen massa”. La cosa, lentamente, se nos fue de las manos y decidimos o decidieron, tanto monta monta tanto, que haríamos una cooperativa. Y así hasta el día de hoy que hemos firmado ante el notario y que ya podemos decir bien alto que XIN Recerca, Desenvolupament i Innovació Digital SCCL es uno más de la familia. Xin en catalán quiere decir gato, entonces podemos afirmar que tenemos un gato en la familia. (Titi, esto es filosofía no sofismos ¿no?). Y hoy también tenemos un nuevo somiatruites en el equipo: Àlex. Vaya, que somos los cuatro fantásticos o los pingüinos de Madagascar…
Y estamos creando un mundo, un mundo de letras, de educación, de programación, de diseño; un mundo  para poder leer, aprender, jugar, crecer, tocar, buscar, soñar… Quizás, en algún punto, estamos creando un mundo como el de la canción del Somiatruites, de mi amado Albert Plà (sí, lo sé… pero hay cosas que son así)
El miércoles, cascos en orejas y cacharro en mano, la canción elegida fue Qualsevol nit pot sortir el sol, en la versión de Albert Pla y creo que, en lo que a mi tarea y a mi nuevo mundo respecta, es ideal. Todos los personajes de mi infancia me acunan cada noche para buscar en sueños nuevas formas (nuevas, no raras o ininteligibles) de contar a mis hijos, a los tuyos, a mi ahijada, a mi niña juguetona, una pequeña historia. De lobos y caperucitas está lleno, pero las musas me han regalado nuevos personajes, nuevas situaciones, nuevas y viejas historias para contar. Y no hay dudas de que me las cuento a mí primero. Busco a mi niña, un pequeño fantasma  vergonzoso, y le pregunto  qué historia tiene ganas de sentarse a escuchar. Y escribo. Y edito, y corrijo, y me enfado, y le doy otra vuelta, hasta que esa pequeñaja de dientes raros y la mujer en que me he convertido hoy sonríen al unísono, y entonces, tengo el cuento terminado. Después echo mano de mis cómplices dibujantes qué con manos de mago ponen colores a mis letras. Gracias Joni y gracias Quim por dibujar mis cuentos; gracias a los dos no sólo por dibujar mi alma sino también por creer en nuestro sueño. I moltes gràcies a en Josep, que em va regalar les ales del seu àngel per poder volar....
No sé cómo saldrá esta locura, lo que sé es que me ha reconectado conmigo misma, y me ha reafirmado. Y me deja crear, buscar, soñar, escribir, editar, corregir, buscar, bucear, nadar, reír, llorar, desear, respirar…
Y en mi salón lleno de personajes, sólo falta él, que pacientemente apoya mis locuras y me ayuda a hacerlas realidad. Boniquet, ets el millor company… ets la meva altre meitat, la que vaig perdre i després vaig retrobar...
Ahora vuelvo a buscar a mis musas y a mis fantasmas, nos queda mucho camino por recorrer. De fondo vuelve a sonar esta canción, ahora convertida en el himno de mi república de letras:
     "Fa una nit clara i tranquil·la,
      hi ha una lluna que fa llum.
     
Els convidats van arribant
      i van omplint tota la casa
      de color i de perfums…”


PS: Aquí está el enlace a la canción en la voz carrasposa y débil del Plà, cierren los ojos, y disfruten... http://youtu.be/7y0ipeZ-HMM

sábado, 25 de junio de 2011

Al vuelo

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Al vuelo (o en eso ando)



Siento el tiempo de silencio, pero estoy intentando levantar vuelo, o en eso ando. Estos últimos días, de actividad frenética, no me dejan tiempo para escribir, si tuviera una máquina que tecleará mis pensamientos sería genial, pero de momento, me contento con sacar diez minutos al sueño (el de dormir) y hacer una líneas.
Intento levantar el vuelo, o en eso ando. No quiero dejar pasar la oportunidad y subirme a un rabo de nube, ese que contiene los sueños (los del deseo) y estiro las manos, y me impulso, y logro despegar la punta de mis pies descalzos de la tierra mojada del camino y con la punta de los dedos consigo lograr que no se escape. Tener entre las manos el objeto del sueño me parece irreal, pero a cada paso me doy cuenta que es de verdad. Y como las nubes que contienen colores y música para el alma pasan muy pocas veces, estoy en ella, en mi rabo de nube trajando incansablemente, feliz, para que pueda crecer. Estoy sentada en mi algodón de azúcar, con una mano ocupada en la lectura, otra en la escritura, la cabeza centrada en dar el buen paso, el corazón palpitando con fuerza, el alma puesta de timón  y los dos pies puestos en la tierra del camino. Esa mojada que por primera vez siento, que en la carrerra, se vuelve polvo y se levanta.
Intento levantar vuelo, y en eso ando. Todo mi yo y todos mis fantasmas estamos levantando vuelo. Y volar no es otra cosa que cuidar esta oportunidad, trabajar, pensar, reflexionar, una entrega total y sin pedir nada a cambio. Con la confianza del esfuerzo y del trabajo bien hecho, esa que tarde o temprano nos dará muy buenos resultados.
Para volar necesito a cada uno de mis imprescindibles a mi lado, esos que no hace falta decir quiénes son, ustedes y yo lo sabemos. Apreten mi mano, acepto abrazos; si me ven un poco desganada, una palabra de ánimos bastará, y preparen las copas que pronto celebraremos juntos los éxitos.
Mis fantasmas y yo, estaremos unos cuantos días en silencio, no nos hemos perdido, simplemente estamos en el rabo de nube, con el alma elevada, la cabeza alta y los pies en la tierra mojada, luchando y trabajando para el sueño sea un éxito.




martes, 31 de mayo de 2011

No ens retallin el futur

                                                   

Defensar el futur

 
Sóc mare de dos nens i visc al barri del Fort Pienc des de l’octubre del 2003. El barri va anar canviant, com nosaltres i l’any 2006 va arribar el petit Ernest. L’any 2009 va arribar l’hora de buscar escola. Després de dos anys de guarderia (privada)  teníem (tots dos) molt en clar que volíem una escola pública que estigués  al barri, amb una sòlida trajectòria educativa i amb un espai que el nostre fill pogués recordar amb alegria. Al barri, per sort, en tenim unes quantes. Només restava veure els temes de punts i places. Finalment vam optar pel Ramon Llull. Ens interessava tenir continuïtat, i al solar del costat vam llegir la tanca de “aquí es construirà l’Institut Angeleta Ferrer”.  Estàvem d’enhorabona, escola i institut públics. És a dir, una educació quasi des dels tres anys fins els divuit garantida. Uns mesos més tard  vam llegir a la revista del barri, i també uns veïns en ho vam comunicar, que l’Institut  estaria fet pel curs 2012-2013. A les converses a la porta o al pati de l’escola, els pares més “veterans” veien il·lusionats la demanda feta realitat. “Partida” pressupostària aprovada, el plec d'obra concedit i el famós PAM-PAD de l’Ajuntament de Barcelona així ho recollia i ho garantia. El 15 de gener era la data màgica. Una reivindicació que es feia realitat. Però va arribar el 15, el 16, el 17 i tot es començava a desfer com a bombolles de sabó. Ni una trista màquina, ni un sol treballador, ni tan sol un trist funcionari que vingués a donar-nos el condol. Se’m podria dir (o contestar) que segur que quan el meu fill acabi l’escola (d’aquí a 8 anys) l’Angeleta Ferrer estarà en funcionament, però ja serà massa tard, i hi perden els fills dels meus amics, els nens de la meva finca, els nois i noies que cada dia comparteixen pati amb el meu fill, perden els que em trobo al parc, al mercat, perdrem temps, i el temps és massa valuós per malgastar-lo així.  Els nostres fills perden i no ho podem permetre. No ho volem permetre.  Perden els que van al Ramon Llull, al Fort Pienc, a l’escola Encants, al Tabor, al Pere Vila, al Fructuós Gelabert. Perd el barri, perdem tots, i no pot ser. El barri del Fort Pienc necessita un nou institut. Els que som pares de l’anomenat “baby boom” sabem que els nostres fills no  hi cabran enlloc. Han fet escoles, però no han previst que aquest nens i nenes després hauran d’anar a l’institut?  Si les institucions retallen un nou institut estan retallant futur.  No podem hipotecar o retallar el futur dels nostres fills. Ells són el futur, són els líders del futur, escriptors, matemàtics, físic, mestres, advocats, mecànics, esportistes, perruquers, emprenedors, alcaldes o president. Entre ells i elles tiraran endavant aquest país, aquesta ciutat, aquest barri, i per poder fer-ho han de rebre una bona educació, de qualitat, al lloc on creixen i viuen, així també aprendran a estimar-se’l.

martes, 17 de mayo de 2011

Silencio, inmigrantes


            Confusa, dolida y sin aliento. Por estos lares barceloneses se celebrarán elecciones para renovar alcalde el próximo domingo 22. Lo que significa que estamos en plena campaña electoral. Los que me conocen saben que soy amante de la radio. Hoy me puse a escuchar la tertulia de Rac1 y de pronto en mis oídos las escalofriantes declaraciones de uno de los candidatos (citando un estudio del servei català de salut) en dónde ha decidido: señalar a la inmigración como causante de nuevas enfermedades y de traer a España enfermedades que estaban erradicadas, poniendo en riesgo la salud democrática del país y de la convivencia en Cataluña. Este tópico es nuevo para los señores de un partido político, si el partido popular de Catalunya. Estas declaraciones se hicieron en medio del acto central de partido, con la señora presidenta del mismo entre los oradores. Siempre se escucharon tópicos como: los inmigrantes vienen a robar trabajo, las mujeres a robar maridos, y se quedan con las subvenciones que nos corresponden. Ahora sumemos, traen enfermedades. Desde la radio conectaron con uno de los responsables del estudio, el doctor Josep Maria Jansà que dijo que esta interpretación del estudio era errónea y aberrante.
Pero no contento con esto, el señor candidato ratificó (si, han leído bien, ratificó, no rectificó) su postura. Los inmigrantes hemos traído enfermedades erradicadas.  Están a un punto de justificar la xenofobia usando la ciencia y a este individuo se le deja seguir haciendo política. ¡Cómo me gustaría tener en este preciso momento al candidato  (no le puedo decir señor) Alberto Fernández Díaz!  Mire individuo soy INMIGRANTE, y nunca he tenido una sola subvención, pago mis impuestos (rigurosamente), trabajo de sol a luna y si hace falta de luna a luna también. Tengo un único pecado, estoy casada con un señor que es catalán. Tengo dos hijos a quienes amo y educo  en esta tierra en que los parí. Y le digo la verdad, me gustaría morirme mirando el mediterráneo. Sabe qué señor Fernández, usted es un ignorante, un mezquino, un mediocre, alejado de la real realidad.

Des de que visc a Catalunya, mai,  mai no he tingut cap incident de caire xenòfob, CAP. M’han rebut amb els braços oberts, sempre m’han donat caliu. He fet, tinc i tindré sempre grans amics, d’aquí  i d’allà. Puc dir, amb el cor alegre, que els catalans m’han obert casa seu, els catalans, no vostè, ni el senyor Albiol ni la senyora Sánchez Camacho. Feu fàstic, no feu por. Tingui molt clar que així no arribareu enlloc, sou una colla de malparits (amb les disculpes a les vostres mares i pares que de ben segur us han educat bé). Visc a Barcelona, ciutat que sempre m’acull, ciutat que m’ha donat lloc al hospital públic a on parir els meus fills i a on m’han tractat amb estima i cura, i a qui sempre estaré agraïda. He tingut la mala pota de tenir el meu fill gran ingressat a un hospital públic quan tenia un any i mig i un altre cop, l’estima, la cura, la mà estesa i amiga no ha fallat, ni mancat. Porto els nens a l’escola pública a on conviuen amb d’altres d’arreu del món i d’aquí, es clar, perquè ells són d’aquí, són la generació que sabrà viure i conviure. Treballo per entitats fetes a Catalunya i mai no he tingut problema, i treballo en llengua espanyola, catalana i anglesa. Menjo peus de porc, calçots i, si cal, ballo una sardana i els meus amics mengen empanadas, pastrafrola, panqueques de dulce de leche y toman mate. Sisplau, colla de desgraciats, no justifiqueu la xenofòbia que teniu dintre amb la ciència. No digueu que els immigrants no sabem conviure, no doneu la imatge de que els d’aquí no ens volen. Sisplau, mireu, escolteu i reflexioneu, si és que encara teniu un mínim de sentit comú. I, demano a la justícia, que no es quedi de mans plegades, aquesta gent fa joc brut, atureu-la. I els que aneu a votar el diumenge, crec que sabreu a qui no fer-ho.


jueves, 28 de abril de 2011

Passioning (Power)


Para Cris, que me pidió que escribiera sobre libros y comida.
Gracias por tu receta del tiramisú.
Gracias por acompañarme, siempre, con tu eterna mala leche
 y tu sonrisa, preciosa.
Per la Raquel, una amiga com n’hi ha dues. Ho saps, oi?
Gràcies per la recepta del peus de porc de la teva àvia paterna
que de ben segur està  orgullosa de tu, com jo ho estic.
Para Susana, gracias por el passioning power,
gracias por ponerle nombre a esta locura
 y por dejarme caminar a tu lado.


Por la ventana despunta el día. El aire primaveral me inunda la piel, los primeros rayos de sol me doran las piernas que remolonas, se niegan a desperezarse. Suena idílico, ¿no? Pero en mi yo real, las mañanas distan mucho de ser así. Mientras yo corro por la casa para vestir niños, quedar de acuerdo con el Titi de cómo vamos a organizarnos, salir para la escuela y la guardería, mis fantasmas sí que tienen este despertar mágico. Bueno, no todos ellos, hay algunos que en su dark soul, no soportan el más mínimo atisbo de positividad. Pero hay otros que lo disfrutan. Hoy les hablaré de uno de mis fantasmas, el más entrañable, el que mueve mis pasiones. Hablo en masculino pero los fantasmas que nos habitan son como los ángeles, no tienen sexo (con matices, hay uno que mueve mis pasiones carnales).
            El que se quedó en la cama, a disfrutar de este placer báquico es mi fantasma híper lector y cocinero. Gourmet de las letras y de buen comer. Un ser fantástico, y que en su interior deben habitar muchos fantasmas, los personajes que roba a los libros, los que encuentra mientras guisa, los que imagina, los que lo rodean y lo hacen ser cómo es. Yo busco ser como él, pero no lo logro. Quiero que el mundo me quede pequeño, como a él, lucho con mis fuerzas para logarlo, pero no sé si lo consigo.
            Esta mañana, su día comenzó con un desayuno simple y efectivo: mate cocido y dos tostadas, y un libro, claro está. Ha elegido El Pasado, del Alan Pauls. Entre sorbo y sorbo del mate cocido, infusión a base de yerba mate, típica argentina, típica de campamentos, de lugares donde el frío lo inunda todo y el humo de la taza calienta el alma, de mañanas en que el pasto se despierta cubierto de helada, mmmm, un mate cocido humeante puede hacerte olvidar lo amargo de los problemas, siempre y cuando le pongas unas cucharaditas de azúcar, para mí tres, por favor.
            Entre tostada y tostada con dulce de leche, va pasando una a una las páginas del pasado, buena metáfora…El dulce de leche nació, por decirlo de alguna manera, por accidente. Cuenta la leyenda que una de las criadas del gobernador Rosas (un tipo complicado, con aires de dictador, con mano firme, con ideas centralistas que finalmente triunfaron) que salió a su encuentro y dejó en el fuego una olla con leche y azúcar, que tanto, tanto hirvió, que se volvió dulce, dulce de leche.
            A lo que íbamos, entre tostada y tostada, las hojas pasan. La lectura se complica. Las tripas se dan vuelta. El pasado nos enfrenta de narices con lo peor que tenemos, con el ancla que no nos deja avanzar. Con el peso del pasado no hay futuro, porque el hoy no se vive fuera del ayer. Rímini, un personaje obseso, manipulable, débil, y por momentos pusilánime, vive bajo el fantasma real de Sofía, que estando o no a su lado, mueve los hilos de su vida. Un gran libro, un excelente trabajo del autor. Alan Pauls da una cachetada a la conciencia, y a las memorias, la histórica y la personal. Como argentinos nos genera preguntas, dudas, si no somos como Rímini, repitiendo una y otra vez los mismos errores, por no ser lo suficiente maduros; por no aprender del pasado, ver el objetivo y solucionar el problema. Vivir el hoy en libertad, enriquecidos de ese pasado, para construir un futuro. Al azar recita en voz alta estas líneas, “¿Cuántos años le había llevado conquistar esa cobardía? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Para dilapidarla así, con una mujer capaz de recitar los dos o tres momentos cumbres de su vida –la de él- de memoria, sin un solo error, y cuya sola juventud bastaba para extenuarlo? Se sintió tan viejo que la imagen del anciano agonizante de 2001 Odisea del espacio lo asaltó como si fuera un recuerdo personal, otra de las fotos de pie de las cuales redactaba todos los días los epígrafes autobiográficos que Sofía ya ni siquiera leía.” Al pasar los ojos por un párrafo en que hablaba del temido club de las mujeres que aman demasiado saltaron las alarmas. Mi fantasma me señala con el dedo una línea. Mensaje captado: debo recordar nunca ser mezquina en el amor, no dejar de ser femenina para convertirme en una loca feminista de salón. Defender la hermosura del amor, vivir con pasión. ¡Eps!, ese es mi fantasma, es mi passioning power. Es él quien protagoniza este maravilloso día. Mi fantasma tiene nombre y es Passioning.
            Yo estoy en medio de una lectura de aquellas que quita el hipo, ustedes mismos sacarán sus conclusiones si lo digo porque es buena o mala, no lo diré yo, el silencio es mi aliado en mi trabajo. Tomo notas, con diferentes colores, la ficha literaria llenita, busco datos, en fin, como siempre, yo en mi mundo real y lo veo pasar. Passioning me dice que se va al mercado, que necesita comprar cosas para su almuerzo y su merienda. Raudo, confuso, deja cerrado El pasado (otra buena metáfora… cerrar el pasado, me lo apunto como tarea pendiente) y se va. Al cabo de media hora, lo veo volver, cargado. Un poco alborotado, de repente hablando en más de una lengua. Se decide a comenzar la preparación  del almuerzo, copioso, de fiesta, y por supuesto lo veo acercarse a la biblioteca; ahora a la que hace las veces de mesa de luz (o mesa de noche), es mi biblioteca de luz. Saca l’últim dia abans de demà. Creo saber por dónde irán los tiros.
            A la cuina tots aquest ingredients: peus de porc tallats per la meitat, trompetes de la mort, cansalada virada, pernil (del bo), tomàquets, cebes, all, claus d’olor, herbes aromàtiques, pebre negre en grans, fruits secs, julivert, xerès sec, sal i oli. Mare meva,  quin tiberi que ens espera. Sí, a la taula i al llit, el primer crit. Mira que tenen de coses bones aquests catalans. I sóc terrenal, els peus de porc, quina glòria pels sentits. Passioning se disposa a fer peus de porc. S’apropa a la meva taula de treball i m’ha agafat el meu faristol, així pot cuinar i llegir a l’hora. La lectura s’ho mereix, i la panxa també.
            El primer que fa es bullir els peus de porc. Els renta ben rentats i cap a l’olla exprés. Hi fica una ceba,  a on ha clavat els claus  (d’olor), els grans de pebre negre, els alls, les herbes aromàtiques, aigua i sal. I a cuinar. Uns vint minuts al dos. Un cop cuits reserva els peus i el brou de la cocció. Ara posa a hidratar les trompetes de la mort uns quans minutets amb aigua tèbia. Després les bull uns 10 minuts. Reservades queden. Els temps de cocció li permeten  llegir, capficat, aquesta petita joia de l’Eduard Márquez. Al foc, tot bull, a l’ànima tot es gela. La lectura es complicada, dura, tensa: “623 grams. Torno les cendres a l’urna. La tanco i respiro a fondo. Calculo. 2 quilos i 760 grams menys que quan va néixer. Amb els ull oberts de seguida. Molt oberts. Una mirada prou commovedora per nuar-me la gola” Fred...
            Les pàgines passen, el dinar avança. En una cassola gran de terra (cuinar amb terra, olorar la terra, degustar la terra) i en una mica d’oli calent fregeix la cansalada i el pernil, tot ben talladet. Quan ja tenen color, hi afegeix la ceba picadeta primeta. Foc lent, amb mimo. Quan la ceba ja es rossa, hi afegeix el tomàquet rallat i uns grans d’all. El veig sofregir amb amor, remenar amb molt de mimo la cassola, el mateix amb el que continua la lectura. Un cop té el sofregit, hi aboca els peus i el xerès. Una estoneta després, hi fica el brou, abundant, però que no acaba de cobrir els peus. Un cop comença el xup xup, els bolets més la picada d’all i fruits secs cap a la cassola. Tres quarts d’hora després, i una bona copa de vi negre en un got “gordito”, ho retira del foc, ho posa al plat i amb una llesca de pa, veig com s’asseu a dinar. Llibre en mà, peus a taula (els de porc, no els seus) i només queda donar gràcies als porcs per aquest peus tan bons i entregar-se als plaers de la vida. Jo, bocabadada, el miro sense donar crèdit a com viu aquest fantasma meu. Em mira i em diu en veu ben alta, no tiris el brou que ha sobrat, el podem aprofitar per fer un arròs demà. El veig com passa les pàgines, menja els peus i de tant en tant s’eixuga una llàgrima que despistada baixa dels seus ulls fantasmals a la comissura dels seus llavis. O dels meus? “La certesa que no m’espera ningú em commou. Penso en el pare. En la Francesca. En la Jana. I recordo el matí que, al mercat de Sant Antoni, va preguntar-me que faria si es perdés. Buscar-te. I si no em trobessis? I ara, ningú no es perd per sempre”. Llegeixo amb ell, per sobre la seva espatlla. Plorem tots dos. Sense dubte aquest llibre ha estat tota una descoberta. L’Eduard Márquez ens convida a un viatge difícil per la dramàtica existència d’un personatge que ho perd tot, però tot. Un vocabulari precís, posa paraules, bones paraules, a més d’un tema que no sempre s’han ben tractats. La mort, la pèrdua, la identitat, la nostra configuració. Deja inaugurados pantanos a on ens podem perdre, aquells que volem allunyar de la nostra vida. Quan veig que tanca el llibre, li demano que el torni al seu lloc, al costat del meu costat del llit. És un dels escollits, que em cuida mentre jo dormo i no tinc por de res.

            Tengo todo preparado para salir a buscar los chicos cuando lo veo volver a entrar en la cocina. Y con Gomorra bajo el brazo (la metáfora no está asegurada) ¿Encontraré mi vida cuando vuelva? Cuando me voy lo escucho, por lo bajito cantar nessum dorma (y se me hiela la sangre, que en esta casa desde que tenemos al pequeño Joaquim no hay quien duerma por las noches). Siento que nada será igual al oírlo entre batidora y mascarpone hablar en italiano, recitando la receta del Tiramisú (los ingredientes son 5 huevos, 500g de mascarpone, 100 g de azúcar, 400 g de savoiardi, melindros o vainillas, café y cacao):
 Preparate un caffé, lasciatelo intiepidire e correggetelo col rum. Versatelo in una ciotola abbastanza larga da poterci inzuppare i savoiardi uno ad uno. Adagiate i biscotti in una pirofila foderando completamente il fondo.
Sbattete i tuorli delle uova con metà dello zucchero, aggiungete il mascarpone e mescolate con un cucchiaio di legno fino ad ottenere un composto ben amalgamato.
Montate a parte gli albumi montati a neve e lo zucchero restante. Incorporate il tutto delicatamente.
A questo punto avrete ottenuto una crema che distenderete con l’aiuto di un cucchiaio o di una spatola a formare uno strato sopra i savoiardi.
Coprite il tutto con una spolverata di cacao in polvere aiutandovi con un colino, poi procedete a formare un altro strato di savoiardi e crema.
Riponete in frigorifero a riposare per qualche ora. Al momento di servire ricoprite il vostro tiramisù con un’ultima abbondante spolverata di cacao in polvere.”
            Paso tras paso, el tiramisú está hecho. Mientras reposa en la nevera, Gomorra, dura, de un estilo periodístico y de denuncia de las mafias, lo deja exhausto, deprimido, con la sensación de que la escoria de la sociedad siempre triunfa, siempre oprime, siempre manda. No es bueno para acabar un día tan espectacular. Cierra el libro, lo devuelve a la biblioteca y mientras estoy en medio de cenas, duchas y la tan esperada hora de poner los chicos  a dormir, me pregunta dónde está la Eneida y si me acuerdo de Anita. Le digo que miré en la colección del Titi, que el mío, bilingüe, quedó perdido en Buenos Aires. Sonrío, recuerdo perfectamente a mi maestra de latín de la universidad, un encanto de persona que me enseñó a leer con el alma la Eneida. Me vuelve a mirar y me interroga con voz entre dulce y melancólica ¿libro cuarto? Sí, libro cuarto, Dido, la ferviente amante cartaginesa de Eneas, canta su amor y su pena, la pasión y la pérdida. Así comienza.
 “Mas la fenicia reina, mal herida
ya rato había de la amorosa flecha,
cebando va la llaga entre las venas
y abrásase en secreto a ciego fuego.
Revuelve en la turbada fantasía
la gran virtud y el gran valor de Eneas
y el claro honor de si ínclita familia.
Ya tiene en la  alma fijo y estampado
su bello rostro, plática y semblante:
no deja entrar en sus cautivos miembros
la amorosa ansia al blando sueño.”

Las páginas de la Eneida vuelan, como el tiramisú. El día, qué sueño, qué gloria, pienso, mientras vuelvo a mis papeles, a mis diccionarios, a mis libros después de cenar, cae y el cielo rosado ilumina mi ventana.  Mi fantasma se siente pleno, y me lo hace saber al guiñarme el ojo, mientras relame la cuchara llena de mascarpone y cacao. Se irá dormir, mañana le esperan nuevas aventuras, nuevos libros, nuevos sueños. Siento la pasión en mi piel. Puedo continuar henchida de felicidad, de passioning, lo que queda para ir a dormir.

Pd: creo que tendré que poner a régimen a passioning, me dice, a cau d’orella, que esta es la primera de sus intervenciones, pero que habrá más. Como dice Susana, passioning se tiene, o no. Creo que soy afortunada, lo tengo. Prometo colgar las recetas del los peus de porc y del tiramisú.

lunes, 4 de abril de 2011

Un cuento para mis hijos…

Un cuento para mis hijos…
Homenaje a María Elena Walsh

Mi vida entre mis dos brazos
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marchó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.

            Buenos días, buenos días, buenos días tengan todos, los más pequeños y los más grandes, los niños y las niñas, y si algún otro también quiere acompañarnos lo esperamos. Culo al suelo, orejas limpias y todos los sentidos puestos en el cuento que les voy a contar.
            Hoy, les voy a contar un cuento que realmente es una canción. Una canción que yo cantaba de pequeñita, cuando era como ustedes. Si, aunque no se lo puedan creer yo también fui chiquita, iba a una escuela como esta pero en otra ciudad. Yo nací en San Martín, en Argentina. Y mi mamá me enseñó esta canción que hoy yo les voy a contar en forma de cuento… ¿Estamos listos? ¿Sí? Venga, ¡vamos allá!
            Había una vez una tortuga que se llamaba Manuelita. ¿Lindo nombre, no? ¿Saben ustedes como son las tortugas? Tienen un caparazón muy duro, como una casita que llevan a cuesta, cuatro patitas cortitas, un cuello un poco arrugado y una cara especial. ¿Alguien tiene una tortuga, o las vio en el zoo? Manuelita, nuestra tortuga, vivía en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, en Argentina, que se llama Pehuajó. ¿Hay alguien que sepa dónde está Argentina? Algunos dicen que los argentinos estamos cabeza abajo y por eso se nos escapan las ideas…pero no hagan caso, a mi no se me voló ni una. Argentina está del otro lado del mar, es un país muy grande y con gente preciosa. A lo que íbamos,  que Manuelita, la tortuga, vivía en Pehuajó y un día, sin decir nada a nadie, ni a sus amigas, ni a sus vecinas se marchó.
            Todos en Pehuajó se preguntaban: ¿Pero dónde está Manuelita? ¿Dónde se fue? ¿Qué le pasó? Y saben a dónde se fue Manuelita, a París, un poquito caminando y otro poquitito a pie… ¿Qué conocen de París?
            Vengan, cerquita, que les voy a contar un secreto. Yo sé porque se marchó Manuelita. Resulta que un día estaba paseando por el parque del pueblo y vio un tortugo, todo guapo, súper lindo, muy apuesto y bien vestido. Y pensó, yo soy muy vieja, estoy toda arrugada, este tortugo nunca se enamorará de mí. Me voy a Europa a que me pongan joven y guapa. Pobre Manuelita, en un momento perdió el mundo de vista…
            Después de un largo viaje, muy largo, saben, son un montón de kilómetros y de días caminando, muchos muchísimos, llegó a París. Oh la là, la torre Eiffel, los campos elíseos, el arco del triunfo, el río Sena. En esta ciudad encontró un lugar donde la dejarían como nueva: primero la pintaron con barniz, una capa, otra capa, que se seque, y otra más. Segundo paso: la plancharon en francés, ¿hay alguien que sepa planchar en francés? ¿Si, no? Bueno, les cuento, la plancharon del derecho y del revés. Para un lado y para el otro, le dieron la vuelta y otra vez. ¡Cómo está cambiando Manuelita! Después le pusieron una peluquita rubia, divina, de pelo largo, largo. ¿Saben lo que una peluca no? Tener en la cabeza pelo prestado. Y por último, le pusieron en los pies unos botines de súper última moda, altísimos, con los dedos fuera pero incómodos, si supieran ustedes cómo le dolían los pies a la pobre Manuelita. Pero una de las dependientas de la tienda de zapatos le dijo: guapa, para presumir hay que sufrir. ¿Qué les parece? Imagínense el susto que se llevó Manuelita cuando se vio al espejo, ya no se conocía, pero pensaba que el tortugo al verla tan a la moda, tan joven, tan estirada se enamoraría de ella en el acto. Manuelita estaba como atontada entre tanto spray y tanto zapato de moda.
            Era hora de volver para Pehuajó. Manuelita empezó a deshacer todo el camino hecho. Largo, tedioso, con frío, calor, viento, lluvia, tierra y miles de millones de pasitos que tuvo que dar. ¿Se imaginan qué pasó? Manuelita llegó a Pehuajó tan arrugada como se marchó, con la peluca deshecha, y su castaño natural le lucía mucho mejor a la cara, los súper botines los tuvo que cambiar por unas bambas cómodas como las que usaba cada día, en resumidas cuentas, que volvió vieja como se marchó. Pero, ¿saben una cosa? El tortugo la estaba esperando en la entrada del pueblo, con un ramo de flores silvestres y un beso de bienvenida. Manuelita, el tortugo te quiere con todas tus arrugas, con tus bambas, tu pelo castaño natural, porque esa eres realmente tu, realmente vos.

            Y colorín colorado, este cuento se ha terminado…

PS: No querramos ser otra y que nos amen por lo que somos, y amemos al otro por lo que es. Sin más, sin fronteras. Cuento para mis hijos, para que lo contemos, para que lo cuentes, si tenés ganas…
Este cuento forma parte del cuenta cuento del cole de mis hijos…

Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.

En la tintorería de Paris
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.

Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó
vieja como se marchó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó.
María Elena Walsh


sábado, 2 de abril de 2011

Atrincherada

Foto del project365: www.flickr.com/photos/fotosfamiliapau



“Las Ideas no se Matan”
Domingo F. Sarmiento

            En este tiempo de violencia, guerra y olvido me decido a montar mi propia trinchera, pequeña, en medio de la vía o en medio de la vida. En estos días sin escribir se ha declarado una guerra, a un señor a quien antes, gracias a sus petrodineros, le pusimos haimas en todos los rincones. Y un nobel de la paz ha decidido bombardear, población civil en medio. ¿Paradoja o cinismo? Un terrible terremoto azotó  Japón y las noticias jugaban a quien la hacía más apocalíptica, más esperpéntica. ¿Por qué no tender la mano primero? Y se cumplieron 35 años del nefasto proceso de reorganización nacional en Argentina, y en medio del dolor que personalmente me produce leo una irreflexión en facebook: aguanten los militares. ¿Es que alguien lo puede creer?
            Necesitaba huir a un lugar en donde pueda reflexionar sin apuro. Me fui, pensé y volví, con la cara pintada, los pantalones de trabajo y un lápiz negro con buena punta en la mano. Recogí unos cuantos blogs de notas, lustré mis botas y aquí estoy, dispuesta al atrincheramiento. Sí, me atrinchero y mis únicas armas son las palabras y los silencios. No armas, no bombas. Sólo palabras, sólo silencios. Se dice que valemos por lo que decimos, a mi me gusta valer por lo que callo.
            ¿Por qué? Es una pregunta que no para de darme vueltas, una y otra vez, sin stop, sin dejar de atormentarme. ¿Por qué tanta crueldad, tanta opresión, tan poca libertad? Siento que una colla de descerebrados nos dicen en qué debemos pensar, a quién debemos atacar, cómo debemos actuar. Entonces me asalta la siguiente pregunta: ¿cómo combatir? Yo no sé hacer otra cosa que escribir, que pensar, que hablar (hasta por los codos). Entonces desde aquí resistiré.
            Esta trinchera, pequeña, humilde, hecha de barro, moldeada a mano, alberga mis fuerzas, mi esencia, totalmente desnuda. Siempre al límite, quiero luchar como esos 30.000 que no están, pero que viven en el recuerdo. Esos 30.000 entre los que hay amigos de mi madre, conocidos, anónimos, y sus hijos que hoy tienen más o menos mi edad. No podemos olvidar, no podemos olvidarlos, no podemos dejar de luchar.
            La memoria es un misterio casi sin resolver, pero un gran fenómeno capaz luchar siempre. SIEMPRE. No se trata de seducciones o de espejismo, tiene que ser acción, cruda, dura y ejemplar. Memoria ligada a educación, a respeto, a valores, a realidad, a verdadera unión con la filosofía. Me atrinchero con miras de paz en tiempos de guerra, guerra invisible, guerra sucia, guerra crítica. Mi estrategia es sencilla, paz y memoria; paz y recuerdo; paz y letras; paz y silencios; paz y paz. Paz con fundamento, paz con valores, paz con educación, paz con lectura y escritura, paz con memoria. A cada uno la historia lo pone en su lugar, pero que no pasen mil años, ¡no! tiene que ser ahora, tiene que ser hoy, tiene que ser porque queremos, porque desde la trinchera no sacamos bandera blanca, sino la roja y negra que nos hermana.
            Silencios, palabras, libros, letras, plumas, hojas, mis dos manos desnudas, mis ojos expectantes, mis oídos en alerta, mi nariz buscando tu olor, mis cinco sentidos y, el extra también, puestos a trabajar. Quiero pelear esta batalla desde mi trinchera. Tiendo mi mano, sola no puedo, necesito sumar, necesito escucharte, leerte, aprender de ti, en silencio. Y luego, juntos, hagamos nuevas estrategias de acción. Todo y que la batalla parezca perdida me encantan las causas difíciles. ¿Vamos juntos, compañeros? Esto no es más que un comienzo…

lunes, 14 de marzo de 2011

Complicacions lingüístiques i de las otras…

                              www.flickr.com/photos/fotosfamiliapau  Fotos del project 365
Visc a Barcelona,
Visca Barcelona…
En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes
En la esquina inventan una solución...
                                                           
       Tots som un, més els nostres fantasmes, digues-li circumstàncies, digues-li energia. Jo tinc fantasmes, vells coneguts, ja no fan por, respecte sí, però el que es diu por no. M’encanta treure’ls a passejar i intentar perdre’ls pel camí. Mai no ho aconsegueixo, són tan meus que no volen marxar. Què hi farem. Hem arribar a un armistici, convivim dintre del nostre món, ells i jo, en bona harmonia. Fa uns dies vam sortir plegats a passejar pel barri de la Ribera, ara conegut com Born, en fi. Durant la passejada i dies després el cap no s’ha aturat i els pensaments han anat passat un rere l’altre. Ara, poc a poc els poso a lloc. Si penso en Barcelona, escric en català, però si penso en Buenos Aires, imposible, escribo en argentino. Complexitats, complejidades, complicacions, complicaciones...
       M’agrada perdre’m per la ciutat comtal, m’hi trobo a gust. M’encanten els carrerons estrets, el pas dels segles al meu voltant, les esglésies gòtiques, el mercat, el soroll del carrer, el sol, el cel blau-cel Barcelona que es pot veure després d’una nit de vent, el mar davant dels meus peus. Les olors, el raval, el barri gòtic, la ribera, Santa Maria del Mar, les moreres i el foc que rendeix homenatge silenciós als que van lluitar l’any 1714. Les causes perdudes se’m donen bé, jo en sóc una.  M’agrada que les pedres tinguin un tros d’història dibuixada secretament a la pell, i que no tots ho vegin; els meus fantasmes són especialistes a cercar històries del que sembla el no res. No tot m’agrada, és clar. La pudor a pipí l’odio, però crec que el que em molesta especialment és el que em molesta a la vida, els idiotes de torn. No puc, no puc amb ells o elles, tant fa si son "almejas o mejillones". D’idiotes no cal dir-ho, a tot arreu n’hi ha. Per aquests, 10.000 totxos, un dia  pot ser m’animo i ho explico amb tranquil·litat. Al que anava, hi ha dies en que em permeto el  luxe de caminar sense rumb i deixar que els fantasmes prenguin la fresca. Barcelona és bona quan la bossa sona? I tant, i quan no sona, sortim els sense veu a passejar, a confondre’ns amb les pedres, a sentir parlar el vent, mentre ens deixin. Barcelona i jo tenim una mena de lligam silenciós, ella em deixa passejar-me sense fer fora els meus fantasmes, jo la respecto i li faig fotos, m’encanta que llueixi grandiosa i lluminosa tot i que el dia sigui gris. Barcelona m’acull, jo l’estimo... però i Buenos Aires?
       Buenos Aires me mata. Pero la extraño. Recuerdo cuando vi por primera vez la película Martín H. Federico Luppi decía que lo que extrañaba eran los tanques de agua de las casa. Y tiene razón, y que la gente, aquí,  no silba por la calle. Pero Buenos Aires me mata, me mató, me escupió de su órbita, me invitó amablemente a irme. Es que una bonaerense como yo en la Capital es un problema. Pero me encantaría volver y que me  agarre un buen chaparrón y buscar refugio en una librería de viejo de la calle Corrientes, o pisar el empedrado de San Telmo, mirar al Pedro Telmo, ir al mercado de pulgas, perderme en parque Lezama, mirar el río gris que me insulta y hacer una manifestación en Plaza de mayo para que los idiotas de turno dejen ser libre al soberano pueblo que les dio el poder.
       Me cuesta volver, sólo lo hice una vez desde este viaje cósmico que se inició casi sin quererlo y que se convirtió en el tan temido billete sólo de ida. Hace exactamente 6 años que no te he vuelto a ver. Duele, es mucho tiempo, son muchos días sin tus ruidos, tu murga constante, los semáforos puestos para que el rojo sea acelerar, el subte lleno y los colectivos que si te despistás y no te agarrás fuerte de bajan en la próxima parada sin pedirlo. La radio, extraño la radio y el Tortoni, y mis fantasmas también extrañan a sus amigos fantasmas que se quedaron allí (pero que sabemos que están cerquita nuestro, lo sabemos). Buenos Aires viene conmigo, mi fantasma tanguero no para de recordármelo y el nostálgico los domingos a la tarde se pone melancólico y febril y la llama en sueños. Qué lucha interna. Buenos Aires, me jode, pero también te quiero

Psss,pss, tranquils no fa falta que crideu cap metge, soy argentina y psicoanalizo a mis fantasmas una vez por semana, sin falta.

martes, 8 de marzo de 2011

8 de març

                                        Una gran dona, la María Zambrano...
                                foto incluida en Project 365 flickr.com/photos/fotosfamiliapau
                                                                                            
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
            8 de març, res a celebrar. El diumenge a La Vanguardia la Cristina Sánchez Miret reflexionava: Ojalá no existiera la conmemoración, puesto que si se celebra es porque sigue siendo necesario reivindicar la persistente –porque no dejamos de contribuir a su reproducción- y negada –por muchos, demasiados- situación de desigualdad por razón de sexo en la que vivimos.”  
Sóc dona, treballadora, com moltes altres, com les exemplars que il·luminen el meu camí: la meva mare, la meva padrina, la meva tieta, les meves amigues, les desconegudes, les sense veu,  les reals i les de ficció. Jo estic orgullosa del meu gènere, ser dona, Dona, amb tot el que això significa. Dona, responsable, lliure de pensament, amb moltes paraules donant voltes, amb idees, amb somnis, amb mancances i amb necessitats.
            Però què celebrem avui? Que encara no som iguals, que no tenim veu, que moltes vivim en la foscor, en l’ombra, que tot ens costa el triple, que hem volgut ser com ells i moltes s’han oblidat de continuar sent dones. Que els exemples són incoherents,  que sembla que hem de ser homes i dones a l’hora, oblidant-nos que cadascú té el seu lloc. Ni inferior ni superior, senzillament  plegats. Plegats, quina paraula. Encara avui hi ha dones que de plegats no en sabem el significat; homes, mutilats d’estima, que sempre caminen un pas davant, i dones que fereixen d’altres dones per voler ser com els homes.
            Res a celebrar, res. El poema de la gran dama de les lletres Alfonsina Storni té almenys 70 anys, i és de rabiuda actualitat. Dones, dones, hem lluitat en guerres, hem aixecat  les llars, hem set mares, esposes, vídues, treballadores, mestresses, tietes, lluitadores incansables per la llibertat, la nostra. I crec que en aquesta lluita encara ens queda molt de camí. No ho podem fer totes soles, necessitem d’altres dones i homes, homes que ens facin companyia, que ens donin ànims, que ens estimin pel que som i el que podem arribar a ser, homes que “codo a codo” lluitin amb i per nosaltres, homes que no ens pretenguin castes.  I dones que també ho facin. Que no competeixen de manera ferotge, dones que ens agafem de la mà.
            Dones i homes, homes i dones, plegats,  que en real igualtat de condicions lluitem per un món millor, tot i que el camí sigui aspre. Hem de ser la veritable revolució. Hem de combatre en les trinxeres els uns amb els altres. No fem confabulacions, tirem tots pel dret. Siguem anarquistes de veritat. Confiem, eduquem els nostres fills, nebots, amics, coneguts i saludats. No som iguals, som diferents, però ens complementem. Jo avui aixeco la meva bandera vermella i negra, puny en alt, sóc dona, però et necessito, sencer, sincer al meu costat per combatre la batalla que m’imposa la vida.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.
Alfonsina Storni.

viernes, 4 de marzo de 2011

Las auténticas letras canallas



“Entre el ying y el yang, ¿cuántos eones? Del sí al no, ¿cuántos quizás?
Todo es escritura, es decir fábula.
¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto?
Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir
Escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura,
Todas las turas de este mundo.
Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura,
El amor, pura tura, la belleza, tura de turas.”
Capítulo 73. Rayuela. Julio Cortázar.

Nací en la provincia de Buenos Aires, en Argentina, en el año 1978; un mal año para nacer. Tan malo que no tengo partida de nacimiento original, ya que los milicos, en una acción desesperada por ocultar sus abominables crímenes, incendiaron el registro civil donde me inscribieron mis padres. Nací en plena dictadura, de las duras. Mi madre no puedo ejercer libremente su profesión, tiene el don de pensar. Mi papá no podía transitar tranquilo por la calle con su mono de mecánico y su barba tupida, y también tiene un gran don, el de reflexionar. Ambos son grandes pensadores, cada uno en su forma. En nuestra clase media, los libros, por miedo o por coacción, estaban como escondidos. En el cuarto del patio de mi casa había una estantería con unos cuantos. Desde pequeña me encerraba con mi perro Lobo (tal era su nombre) a mirar los lomos. Tuve la gracia de aprender a leer con cuatro años, un monstruo preguntón y molesto en ocasiones. Recuerdo que miraba los lomos de los libros con tanta curiosidad que siempre acaba inventando historias que le contaba al santo del perro; y en esos estantes de una madera enchapada horrible se mezclaban libros de mecánica de mi padre, de la carrera de mi mamá (asistente social) y otros que siempre me decían que eran de los dos: novelas. Yo creo que eran de mami, porque a papi le gusta leer el diario, de principio a fin, pero las novelas se le resisten. Los dos son buenos lectores, cada uno en sus lecturas. Yo soy ellos con un plus (plus gran ultra) añadido;  un poco de aquí, un poco de allá y otro tanto de cosecha propia (la más radical y contundente, todo sea dicho). A lo que iba,  que siempre hubo un lomo negro que llamó mi atención: en ella el dibujo de una rayuela. Me fascinaba. Hoy lo tengo yo. Me acompañó en el viaje transoceánico en mi bolso de mano. Siempre lo llevo conmigo. Y un nombre Julio Cortázar. Mi primer canalla, digamos que mi primer amor literario, mi gran amor.
Lo empecé a leer cuando tendría unos 15 años, y no pude. Siempre llegaba al mismo momento de la narración y no podía avanzar. Me quedaba en la casilla 3 del viaje glorioso de la tierra al cielo. A los 16 años lo logré: acabé en tiempo récord para mi yo adolescente y rebelde la lectura. Para quienes no me conocieron en esos años, mi rebeldía pasaba por llevar ropa enorme, escribir, leer y escuchar la radio. Era un ejemplar extraño, lleno de complejos, callada, perseguida por mis propios fantasmas, diferente a la que soy hoy. O puede que hoy sea una evolución de esa que fui, necesaria para ser hoy quien soy. Una hizo a la otra y viceversa. Que con 16 años interiorizar Rayuela fue un descubrimiento. Me mente quedó marcada para siempre en un antes y un después. Será por eso que siempre lo tengo conmigo.
Horacio y La Maga. París y Buenos Aires. Los discos y el jazz. La tierra y el cielo. La cordura y la locura. Esas partes que forman pequeños todos. Esos todos que me conforman como mujer. Rayuela mi novela de cabecera, a la que vuelvo siempre, en la que me miro y en la que miro el mundo. Sus letras: encerradas, llenas, vacías, sentidas, amadas, vapuleadas, usadas, ajadas, manipuladas, eternas, únicas. Yo soñaba con ser La Maga, tragedias incluidas, buscaba a mi Horacio. Pero también quería ser Horacio y bucear en ríos metafísicos y ser un poco Lucía para poder simplemente nadar. “Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. […] Yo condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos.” (Capítulo 21). Quería ser un poco de los dos, pero lo que realmente quería, y puede que en algún lugar siga queriendo, es ser escritura, fábula, invención. El gran señor Julio Cortázar rompió mi vida en dos, lástima nunca poder decírselo. Rayuela me acompaña. Me enseña, me marca, me ilumina el camino.
Las letras marcan mi camino. Me persiguen. Mi destino quedó marcado a mis escasos cuatro años, la lectura… Los libros me acompañan, vivo rodeada de ellos, duermen a mi lado, mis anteojos hay días que se escapan y leen por sí solos. Soy este engranaje gracias a mis lecturas. Quiero ser invención, quiero ser La Maga, quiero provocar todos los fuegos el fuego, quiero ir de la tierra al cielo en 9 casillas, un cielo rojo y negro. Quiero ir por la autopista del sur, ganar los premios, llorar sólo porque las instrucciones lo digan, conocer a ese tal Lucas, amar a Glenda, estar en París, buscar Buenos Aires. Quiero hacerme vieja y que todavía el  Rayuela del año 1974 me acompañe, que sus tapas negras revestidas de cinta adhesiva resistan y que cuando mis ojos vuelvan al capítulo 90 y haya logrado ese gran objetivo velado que me enseñó don Julio: el verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor.

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Jugamos?

                                                      Foto by Victòria Peñafiel.
                                                  http://www.enlarecamara.com/

Y jugar por jugar
Sin tener que morir o matar
Y vivir al revés
Que bailar es soñar con los pies
Joaquín Sabina

            En estos días de problemas, de sinsabores, de desamores, de desencuentros, de destiempo creo que hemos perdido la capacidad de jugar. Sí, la de jugar. De jugar de forma limpia, apostar fuerte, aceptar las reglas, de perder o de ganar, también quedar en tablas. Perdimos la capacidad de organizar el juego, de buscar compañeros, cómplices de ese momento único, de dejarnos llevar por las mariposas en la panza, y de llegar al final, sin importar qué puede pasar, con la satisfacción de haber jugado. Jugar solo, de a dos, de a tres, en comunidad, con conocidos y con desconocidos. Jugar, hasta caer rendidos.
            De pequeña jugaba a la escondida, a la mancha (la venenosa era mi preferida), al eslástico en el patio del colegio, al 1 2 3 cigarrillo 43 (hoy estaría prohibido porque los cráneos que nos gobiernan dirían que es un mal ejemplo para los niños, venga, que los que fumamos o ex fumamos no encendimos el primer pucho por esto) y de a la Rayuela, mi preferido. La rayuela es ese eterno camino de la tierra al cielo en diez pasos, qué gloria…
De preadolescente y adolescente preferí los juegos relacionados con los descubrimientos, de uno y del otro. Quién no dio más de un furtivo beso jugando a la botellita, manipulada hábilmente para que te tocara besar al chico que, en ese momento, te hacía soñar. En otro nivel, los juegos de mesa y de cartas también ocupaban buen tiempo. Por suerte, mi abuelo Oscar me inició en el mítico juego del truco, dónde el que miente siempre, o casi siempre gana… pero nunca seré tan buena jugadora ni de truco ni de la vida como lo fue él (te extraño lelito)
Y ahora sigo jugando, no quiero perder esta esencia, de otra forma y por momentos de manera mucho más cruel, en dónde el todo o nada se hace patente. Hoy mientras jugaba con Ernest pensaba cuánto que les exigimos hoy en día a los niños, miles de actividades, horas por un tubo fuera de casa (sí, necesitamos trabajar y para poder conciliar no queda otra opción) y qué poco tiempo real que tienen para jugar. Dejemos que jueguen, que inventen, que imaginen, que pongan reglas, que busquen a sus cómplices. Participemos en el juego y conectemos con el niño que llevamos dentro, volvamos a las esencias, a lo que siempre, desde que el hombre salió de la caverna, nos pide el instinto animal, y jugar es una de ellas. Juguemos, respetemos las reglas, la última casilla es la misma para todos. Vivamos y aceptemos el desafío de jugar. Yo hoy soñaré que vuelvo a jugar a la botellita, espero haberme puesto en el lugar indicado para plantarte un beso, bonito…
Juguemos, con nosotros, para ellos, con ellos, para nosotros. ¿Jugamos?